Cae El Atlético
- By sergioPerez
- Updated: febrero 16, 2022

Golpe devastador al Atlético de Madrid por parte de un equipo que se ha convertido, sin pelear en ‘su liga’, en su némesis, en su bestia negra. El Levante ha desdibujado al Atleti, que no ha sido capaz ni de llevar la iniciativa, ni de reponerse del golpe, y al que tampoco le funcionó la adrenalina de esos minutos finales en los que se aferra a la épica.
Si uno viera el partido sin mirar a la clasificación, supondría que el Atleti estaría vagando por la media tabla y el Levante, como mínimo peleando por meterse en Europa. Pero no. El Atleti, de haber ganado, habría recuperado la cuarta plaza y el Levante, pese a la victoria, sigue siendo el colista de Primera, con cinco puntos menos que el penúltimo.
Lo que, sobre el papel, debía haber sido un partido sencillo para el Atlético ha vuelto a ser una pesadilla distópica para los pupilos de Simeone, que una vez más se han visto desdibujados, sometidos ante un rival que sí creyó en la victoria.
El Levante tuvo algo que no tuvo el Atlético: fortaleza mental. Salió al campo decidido a hacerse con la victoria o, como mínimo, plantarle cara y hacerle pasar un mal rato a su rival. Y pronto empezó a dar sus frutos.
Jugaba con más intensidad que su rival, llegaba antes a todos los balones divididos y cuando el esférico estaba en posesión de los rojiblancos, los ‘granotas’ se dejaban la piel presionando.
El Atlético estaba asfixiado y era incapaz de generar juego. De hecho, se fue del partido sin poner en serios apuros al guardameta rival, un Cárdenas que solo en el añadido del segundo tiempo vio peligrar su meta a cero.
Desde bien temprano se vio que el Atlético estaba jugando con fuego. Que no carburaba bien. Y, peor aún, que los errores en defensa que le han lastrado esta temporada ahí seguían.
Valga como ejemplo el mal corte de cabeza de Giménez a los 22 minutos de juego, que dejó a De Frutos mano a mano con Oblak. Por suerte para el Atleti, hoy el esloveno sí estuvo a su nivel, y solo concedió un gol pese a ser bombardeado.
El charrúa se quejaba de los focos, que le deslumbraron. Como si fuera su primer partido en el Wanda. Y ese es el problema de este Atleti. Que siempre encuentra una excusa para no asumir que el problema es solo suyo.
Sostuvo en demasiadas ocasiones Oblak a los suyos bajo palos, pero no hubo respuesta por parte de los delanteros. Porque el Atlético era incapaz de crear juego, no hablemos ya de peligro.
La meritocracia no funcionó ante el Levante, con el ‘banquillazo’ a Suárez y Joao Félix, pero tampoco funcionó cuando ambos entraron para jugar la recta final a la desesperada.
Pese a todo, el partido se fue empatado a cero al descanso, y la segunda parte siguió la deriva de la primera, aunque las alternativas se fueron espaciando en el tiempo hasta que solo quedó un equipo sobre el césped, el Levante.
Y en una de esas muchas llegadas a las inmediaciones de Oblak, desbarajuste defensivo rojiblanco y gol de Melero, por el palo corto, ante el que Oblak quizá podría haber hecho algo más, pero hablamos de golazo y no de paradón porque solo rozó el tiro con el antebrazo y no logró desviarlo lo suficiente.
El partido entró entonces en otra dinámica. El Levante dio un paso atrás, pero no dejó de morder al Atlético, que se desesperaba porque el colegiado no consideraba que esas acciones fueran merecedoras de falta.
Parecía que, cerca de la hora de juego, lograría el Atlético superar su bloqueo, pero no. El penalti que le fue señalado por mano a tiro de Kondogbia el VAR lo anuló por fuera de juego de Llorente.
Su gozo en un pozo. Y en lugar de sacudirse el polvo y seguir y seguir atacando, el Atleti parecía que solo tenía interés en lamerse las heridas. Ni los cambios revolucionaron al equipo, que solo en la recta final, espoleado por un Wanda que se debatía entre silbar y animar y que se dejó llevar por la euforia por lo segundo, hizo un mínimo merecimiento para empatar.
Y el empate llegó, pero fue anulado por una falta de Giménez previa al remate de chilena de Correa. La guinda del pastel de su nefasto partido. Lo más curioso de todo, por así decirlo, es que hasta una hora antes del pitido final no iba a ir ni convocado, pero dio negativo en una prueba PCR y entró directo al once.
El Levante estuvo a punto de sentenciar el partido, con un disparo desde casi el círculo central de Malsa que pegó en el travesaño, y el Atleti buscó el gol del empate hasta el alargue del alargue, con un remate de cabeza de Oblak, que se hubiera coronado como el héroe del partido de haber anotado ese testarazo impropio para un portero.
Pero no. El Levante volvió a asaltar el Wanda, un año después, solo que en esta ocasión enfrente tuvo a un rival pusilánime, y no a un equipo que le dominó y le pudo golear y al que tumbó con un gol en propia y un chispazo de genialidad.
El Levante no tira la toalla, y ha encontrado en el Metropolitano el camino a seguir. Solo tiene Lisci que encontrar la forma de motivar a sus jugadores para que jueguen como contra el Atleti en las 14 jornadas que le quedan.
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